Una profunda punzada de desazón la paralizó en un primer momento, no sabía dónde estaba ni cómo había llegado hasta allí, pero una cosa estaba clara, no estaba en el pequeño condado donde había vivido toda su vida, quizás ni siquiera estaba en su mundo. Ninguna de sus rutinas aprendidas, nada de su (precario) conocimiento del mundo podía ayudarla allí. Sin embargo, tras mirar a su alrededor y analizar someramente el extraño paisaje que la rodeaba, esa intensa desazón que la paralizaba menguó hasta quedar reducida en una minúscula región de su pensamiento. Blancanieves no se planteó el porqué. Un narrador omnisciente bien podría haberle explicado que, al fin y al cabo, no disponía de muchas opciones, solo había un sendero que seguir y que esto,esta falta de libertad, le resultaba reconfortablemente familiar, pues encajaba a la perfección con la linealidad del relato de su vida. Por desgracia en la realidad no abundan los narradores omniscientes capaces de explicar el porqué de tus actos, así que, ignorantemente determinada, Blancanieves empezó a caminar por el sendero. Nos es imposible saber cuantos días, cuantos kilómetros caminó Blancanieves, sin embargo si sabemos que estuvo caminando sin pausa, hasta que el dolor de sus pies se volvió insoportable y se vio obligada a detenerse. En todo aquel tiempo, no había encontrado una sola pista que le pudiese indicar donde se encontraba, ni una bifurcación que le hiciese plantearse por donde debía seguir, todo era blanco y uniforme camino rodeada de una igualmente uniforme y terrible oscuridad Empezaba a pensar que quizás aquel sendero no llevase a ninguna parte, sin embargo, tras un indeterminado lapso del tiempo de aquel mundo sin relojes, la inflamación de los pies de Blancanieves se había reducido un poco y decidió proseguir la marcha hasta que, de nuevo, tras muchos kilómetros, o quizás solo unos cientos de metros, tuvo que volver a detenerse, presa del dolor. Repitió 4 o 5 veces más este detenerse dolorida y reemprender la marcha, cada vez mas cansada, más desanimada y más desorienteada hasta que,envuelta en lagrimas y consciente de que ese camino no la llevaría a ninguna parte se detuvo. No quedaba otra opción, debía arriesgarse a salirse del camino marcado e ingresar en la oscuridad sin tener la menor idea de que es lo que podía esperarla allí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.